26 de Abril, 2021.-
Hay cifras alarmantes en torno al café. Peor aún, existe escasa o nula preocupación en el consumidor, lo cual es -hasta cierto punto- comprensible porque la información de masas no hace eco de esta crisis. Y el consumidor en su mayoría quiere vivir cómodo, con información procesada y digerible. No hay muchos interesados en difundir esto, sobretodo interesa a los titiriteros del mercado mundial de consumo.
En enero pasado, Sjoerd Panhuysen y Joost Pierrot presentaron la sexta edición del Barómetro del Café 2020. Es un reporte que cada cuatro años evalúa el papel de los principales actores del sector privado (no gobiernos) del café. Concluyeron que no hay avances a pesar que todos los grandes actores sostienen públicamente que hay que hacer algo.
No son políticos, pero lo parecen: mucho bla bla.
“El Barómetro del Café no es un ejercicio académico sino un resultado de la urgencia de arrojar luz sobre la dinámica del proceso de cambio en el sector cafetero y las principales tendencias de sostenibilidad en los últimos años”, puntualiza el documento disponible en español para quien desee descargarlo.
La verdad es simple: la mayoría de las familias caficultoras están en pobreza extrema y la situación va a agravarse.
En contraste, los grandes comercializadores de café a nivel mundial (Nestlé, Jde Peets, J.M Smucker, Starbucks, Strauss y Lavazza, en ese orden) siguen ganando más dinero que nunca con este fruto (en 2019 su facturación fue 55 mil millones de dólares) y representan el 35 por ciento del café mundial.
Les llaman grandes tostadores, porque lo son. Compran café verde, lo transforman y procesan para comercializarlo en distintas presentaciones. Esta compras se hacen en grandes volúmenes y en todas partes del mundo, bajo sus condiciones. La calidad no se premia.
Se han contabilizado 12.5 millones de productores (familias) de café en el mundo (Enveristas, 2018). De este total, el 95 por ciento tiene menos de 5 hectáreas, mientras que 84 de cada 100 caficultores posee menos de 2 hectáreas, o lo que es igual, estos pequeños caficultores representan el 73% de la produccion mundial.
El restante 27 por ciento lo producen grandes fincas de más de 50 hectáreas, las cuales abundan en Centroamérica y América del Sur (Brasil y Colombia).
Según un estudio de la organización Solidaridad Colombia (que forma parte del Barómetro del Café), “en 2019, con un precio promedio de 1.80 dólares por kilo de café verde, un productor colombiano con 4.3 hectáreas de tierra pudiera alcanzar un ingreso decente con un rendimiento de 1.46 toneladas métricas por hectárea”.
Brasil y Vietnam producen casi la mitad de la produccion mundial. Son altamente eficientes al lograr un rendimiento de 1.5 a 2 toneladas métricas por hectárea.
Solidaridad Colombia afirma que, en un segundo grupo, figuran tres países que cultivan la cuarta parte de la producción mundial de café: Colombia, Indonesia y Honduras. En estos países hay productores que son económicamente viables. Otros no.
En el tercer grupo están el resto de los países productores, donde la rentabilidad es una utopía. Recordemos que no todos producen café de especialidad, no todos ganan competencias para subastar sus cafés, no todos siembran geishas para impresionar al mercado.